El verano para la gente como yo, a veces se nos hace un poco largo. Más bien soy de esas a las que le gusta sentir el frío en la cara.
Esta mañana aún sin abrir los ojos, creyendo así, ilusa, que las agujas del reloj cesarían es su frenética marcha, escuché llover. De pronto me inundó unas ganas locas de acurrucarme un poco más entre las sabanas, justo en ese instante deseé más que nunca tener algún poder mental capaz al menos de abrir la ventana, dejando entrar el olor a lluvia, el fresco aire de la calle mojada y el clinquineo de las gotas de agua al caer. Posiblemente, sea uno de esos micro-placeres que en gran medida pasamos por alto y que a mi tanto me gustan saborear. Lo llaman el don de las pequeñas cosas, yo lo llamo respirar. Respirar la vida, inhalar esos instantes que, si lo permites te calan, eso que te hace sonreír sencillamente por que sí.
Hoy al Sol le costaba abrirse paso entre las nubes, dejando un día gris. Lo necesitaba. Servirme una taza de té bien caliente, sacudir mi manta a cuadros y abrir un libro, que bien huele un libro al pasar de una hoja a otra, ¿no creéis? Eso en mi idioma es, “el momentazo del día”. Un tiempo privilegiado dedicado a uno mismo, a lo que te hace sentir, pensar, construirte. Me apasiona tener un momento a solas, sin oír nada alrededor, sin tener que estar alerta ni disponible, solo yo, escena en la que logro descubrirme un poco más, leer mis propios pensamientos mientras saboreo las líneas de mi nuevo libro a golpe de suaves sorbos de té.
Siempre he necesitado esto. Estos ratitos tan míos, esas citas conmigo misma.
Total mente de acuerdo contigo ,me encanta el olor a tierra mojada escuchar la lluvia y acurrucarme un ratito más me encanta
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Me encanta total mente de acuerdo ,ese olor a tierra mojada ,escuchar la lluvia una mantita y en mi casa un tazón de café .me encanta
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